El Gourmet Urbano: El declive de los vinos quemados

jueves, 2 de octubre de 2014

El declive de los vinos quemados

El brandy dejó de ser la copa nacional

 

Parece una tontería, pero así sucedió. La llegada de los nuevos tiempos tras la dictadura redujo la edad de consumo, las bebidas alcohólicas eran más variadas y accesibles, y se originó un fuerte consumo nocturno y de fines de semana. A todo ello se le sumó el valor simbólico negativo del tiempo pasado, así que muchos pasaron. El consumo de bebidas alcohólicas va asociado a valores simbólicos y sociales y, en España, el consumo de aguardientes y licores siempre se llevaba a cabo acompañado y cuando era fuera de casa en establecimientos hosteleros; aquí descontaremos el nefasto y de mal gusto botellón de nuestros tiempos. Pues bien, el brandy fue la bebida nacional desde los años cincuenta hasta bien entrada la década de los ochenta.

 

En Valencia todavía se envejecen brandys de calidad. :: lpEn Valencia todavía se envejecen brandy de calidad. :: lp

 

Le seguía el anís, la ginebra decían que era de esnobs, y el güisqui lo conocían los que viajaban al extranjero. El del brandy era un consumo masculino, no se acompañaba de mixers, como refrescos que lo convirtieran en tragos largos, y su consumo no variaba mucho de entre semana al fin de semana. El concepto de borrachera era marginal. Creo que conviene que lo apreciemos y le dediquemos un tiempo.

 

Las holandas de Holanda

Vino quemado o brandy, este último es un apócope castellanizado de la expresión holandesa. Todo comenzó hace ya algunas centurias, cuando se escogían vinos ácidos y de baja graduación para su destilación y envío a los Países Bajos, de ahí que también se denominaran holandas.

Al resultado final, un aguardiente traslúcido, se le añadía agua antes de su consumo, pero con posterioridad se descubrió que si se almacenaba en barriles de madera el destilado mejoraba y así fue como se decidió incorporar su envejecimiento en barricas.

El brandy adquirió su propia personalidad con el trasiego de barricas, como el afamado brandy de Jerez. Las holandas se introducen en una primera hilera de barricas y van pasando a otras en su proceso de envejecimiento hasta alcanzar la solera, coincidiendo con la parte de arriba como su nombre indica.

El brandy de Jerez, el español por antonomasia, además de añejarse en barricas que hayan contenido vino de Jerez, se divide en tres tipos: brandy de solera, que debe tener un año como mínimo de reposo, el solera reserva, que se deja añejar al menos por tres años y por último el solera gran reserva, que ha de sobrepasar los diez años de añejamiento. Afortunadamente, todavía queda el gourmand que realiza del acto de tomar una bebida destilada un acto hedonista y placentero donde actúan en plenitud todos los esfuerzos, desde el propio de la naturaleza, pasando por el agricultor, hasta llegar a la experimentada mano del bodeguero.

CHEMA FERRER

Fuente: lasprovincias.es

 

 

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