El Gourmet Urbano: Anabella Barrios (@psicocina): ¡Sufro de hambre crónica! ¿Qué hago?

lunes, 21 de marzo de 2011

Anabella Barrios (@psicocina): ¡Sufro de hambre crónica! ¿Qué hago?

 

Anabella Barrios
¡Mis queridos Amigos! Cómo están?
Inevitablemente nuestras emociones alteran nuestro apetito y lo que comemos puede alterar nuestras emociones. Existen momentos en los que nos podemos comer al mundo, y no precisamente por hambre. Días en los que desayunamos bien y al instante sentimos algo que es idéntico al hambre. A veces no son días, somos así todo el tiempo, sufrimos de hambre crónica. ¿Qué nos sucede?, ¿qué es lo que nos está pasando? y ¿qué podemos hacer cuando sufrimos de hambre crónica?. Es de lo que vamos a hablar hoy.
 
A muchos de nosotros, el ajetreo de la vida cotidiana, un examen por presentar, un negocio que se nos cae o que está a punto de darse, la preocupación constante, el caminar de aquí para allá, nos indica que estamos ansiosos o como se dice coloquialmente, nerviosos. Cuando estamos o somos personas ansiosas, tendemos con facilidad a sentir hambre o insatisfacción; así, media hora después de desayunar estamos buscando qué comer nuevamente. Existe en nosotros una propensión a incrementar la ingesta de carbohidratos, dulces o alcohol, debido a que ellos nos aportan una sensación de saciedad casi inmediata, y como dicen por ahí, “barriga llena. corazón contento”.
La sensación de saciedad produce una vivencia de alivio, nos tranquiliza momentáneamente y todo esto a un nivel inconsciente. No nos damos cuenta, ni lo planificamos, y en ocasiones es totalmente involuntario e incontrolable. Comienza entonces, a partir de la ansiedad y del nerviosismo, a producirse un ciclo que afecta nuestro cuerpo, nuestro metabolismo.
 
La preocupación, la ansiedad, la intranquilidad nos lleva instintivamente a buscar tranquilizarnos, acudimos a una fuente de saciedad casi inmediata como son los carbohidratos. En particular los de alto índice glicémico que aumentan rápidamente nuestros niveles de “azúcar” en sangre. Al aumentarlo, nos produce la sensación de saciedad, tranquilidad. Pero así como sube, baja, y el bajón nos pone de nuevo a buscar qué comer, y puede hasta llegar a producirnos una adicción a los carbohidratos. Nuestra mente altera nuestro cuerpo y nuestro cuerpo nuestra mente.
 
¿Qué debemos hacer? Antes que nada, señores, hagan uso de los avances tecnológicos y de la ciencia. No se imaginan los beneficios que ésta nos puede ofrecer, siempre tengan presente consultar a un profesional y disfrútenlo. Es una bendición todos los conocimientos con los que contamos hoy, disfruten de ser atendidos por un buen profesional de salud, como disfrutan de la buena atención en un restaurante, de la buena gastronomía.
 
Pero ya que están aquí simplifiquemos:
 
  • a) evaluar si nuestra situación es momentánea, un par de días o semanas, o es más bien prolongada en el tiempo; meses, años. Si nuestra situación es de meses es recomendable buscar ayuda profesional, del tipo psicoterapéutica que nos permita revisar qué es lo que nos está produciendo la ansiedad y desarrollar herramientas para manejarlo de la mejor manera. En algunos casos, la medicación ansiolítica indicada por un médico, puede resultar beneficiosa, tanto porque nos calma, así como porque previene complicaciones físicas o metabólicas posteriores.

  • b) Usemos los truquillos con la comida, disponibles para todos:
  1. Siempre Desayunar: incluyendo carbohidratos (preferiblemente de bajo índice glicémico), fibra: pan integral o cereales como la avena. A primera hora en la mañana comamos una fruta (manzana, piña: geniales, producen saciedad). Un durazno cae directo en la cartera. También son importantes las proteínas, pechuga de pavo o un revoltillito con tomatico, cebolla y espinaca, o champiñones perejil y ajo. Lo podemos hacer la noche anterior. Tome su café, no más de media taza de leche.
  2. Meriende, meriende y meriende, una entre el desayuno y el almuerzo, o si almuerza muy tarde, dos veces, para que no se muera de hambre en el camino y no vaya directo a comer como un león. La merienda la puede hacer a las dos horas de haber comido con una galleta integral de las comerciales, fruta o yogurt sin azúcar, con cereal, (en particular, disfruto del salvado de trigo, la linaza; me dan nota, quizá le pueda descubrir la nota).
  3. Incluya vegetales verdes (bajo índice glicémico) en el almuerzo, vainitas, brócoli. Disfruten del jugoso calabacín, salteado o en crema.
  4. Recuerden intentar incluir todos los grupos alimenticios en cada comida.
En síntesis, si logra incorporar los niveles adecuados de carbohidratos, proteínas, lácteos, vegetales y frutas desde que se despierta hasta las dos de la tarde, ya a las 4pm o en la noche no sufrirán de la moridera y antojos irremediables de comida. Agárrense el tumbado, tenemos hábitos, que son socialmente frecuentes (desayunar, almorzar y cenar), pero quizá no sean los más apropiadas para nuestro metabolismo y/o forma de ser. Quizá seamos personas de varias comidas pequeñas al día y seguro, las comidas de las primeras horas de la mañana harán la diferencia. Coma bien, y entonces cuando sienta hambre a deshora se le hará más fácil distinguir la ansiedad y comenzar a desarrollar su voluntad. Ténganse paciencia, y vaya probando, fíjese en los alimentos que a usted le producen saciedad y consiéntanse desde tempranito.

Se les quiere, hasta la próxima.

Anabella Barrios Matthies
Psicóloga de profesión – pastelera de corazón

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